Los aviones, de fibra de carbono, miden 6,5 metros de largo, 7,32 de ala a ala y pesan 570 kilos.Solo compiten tres modelos: el Corvus CA-41 Racer, el Zivko Edge 540 V2 y el MXS-R. En la imagen, Hannes Arch sobrevuela con su Zivko el río Hudson en la prueba celebrada en Nueva York en 2010.
Durante las carreras, que consisten en realizar los zigzags marcados en el menor tiempo, los pilotos soportan aceleraciones de 10 G. «La sensación es como si un coche chocara contra tu pecho», explica el último campeón, Paul Bonhomme. En la imagen, sobrevolando el Danubio en Budapest.
Esta temporada, todos los aviones deben usar el mismo modelo de motor: un propulsor Thunderbolt AEIO-540-EXP creado específicamente para la competición. Todos se fabrican en la factoría Lycoming de Williamsport, en Pensilvania (Estados Unidos).
Los motores que se montan en las aeronaves ofrecen 300 caballos de potencia. Eso les permite volar a una velocidad máxima de 425 kilómetros por hora y realizar giros de 420 grados en un solo segundo. En la imagen, un técnico de Lycoming realiza pruebas con uno de los propulsores.
El pack de propulsión de todos los aviones es idéntico: el mismo motor y las mismas hélices, realizadas en fibra de carbono. En la imagen, un operario de la factoría Hartzell, en Piqua (Ohio), examina el acabado de una de las palas que emplean los 20 aviones que participan en la competición.
La Red Bull Air Race tiene dos categorías. En la Master Class participan los 12 mejores pilotos; en la Challenger Class, 8 aspirantes. Entre estos últimos está el madrileño Juan Velarde, de 39 años, que en 2007 obtuvo la plata en el Campeonato del Mundo de Vuelo Acrobático
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